ANDREA SANTAMARÍA
Alumna del Máster El Mundo Edición 2020/21
Fotografía: Angie Monasterio
Ilusión. Ilusión por verse y sentirse mejor. Ese es el sentimiento que lleva cada año a miles de mujeres españolas al quirófano para aumentarse los pechos. Meses y años después de la operación, muchas están viviendo una realidad muy distinta a esa que algún día imaginaron. Son víctimas de la enfermedad del implante mamario o síndrome de ASIA, de la que todavía no se conoce demasiado, ni en las consultas ni en la calle.
Esta enfermedad aparece desde hace aproximadamente dos años en los consentimientos informados que las candidatas a una cirugía de aumento o reconstrucción de pecho con implantes firman antes de la operación. Y se manifiesta en forma de una larga lista de 30 síntomas inespecíficos, entre los que se incluyen fatiga crónica, gastritis, pérdida de cabello, apnea o depresión.
«Hay gente que, por suerte, se está enterando pronto. Yo he perdido 20 años de mi vida. Me ha costado pareja, me ha costado negocio, me ha costado no poder hacer muchas cosas con mis hijos…». Mary Guijarro no puede evitar emocionarse al contar su historia. Desde que, a los 24 años, se puso implantes, ha vivido «una pesadilla», hasta el punto de llegar a «perder las ganas de vivir». En su caso, la enfermedad vino acompañada de fuertes dolores musculares, colon irritable, acúfenos y pérdida de memoria. Esto último es especialmente doloroso para ella: «Es realmente triste. No recuerdo ni el nacimiento de mis hijos. En realidad, no recuerdo años enteros de mi vida. A veces me quedo en blanco en medio de la calle en un barrio que conozco de toda la vida, pero no consigo saber dónde estoy».
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