Durante la celebración del Curso de Periodismo Social impartido por esta Escuela en el último trimestre de 2020 estuvo presente, como no podía ser de otra manera, el coronavirus. En el aspecto formal, porque ha sido el primer año en que el curso se ha celebrado en la modalidad online, pero también en los contenidos, porque el virus apareció en todas las clases que impartieron los grandes profesionales que participan en este curso.

De la pandemia aprenderemos muchas cosas, y no necesariamente todas malas. Por ejemplo nos ha servido para confirmar, en lo que se refiere a los medios de comunicación, que el entendimiento entre la ciencia y el periodismo redunda en beneficio de todos. El brutal aumento de la demanda de información durante la pandemia ha acelerado un proceso de colaboración necesaria que se inició hace muchos años. Periodistas y científicos se han perdido el miedo. Un proceso en el que unos han ido mejorando el uso de sus fuentes solventes para comprobar, cotejar, clarificar y hasta valorar una información y otros han visto la oportunidad que les da la divulgación masiva. Una de las claves es saber utilizar las fuentes para que te dirijan al experto adecuado, porque sucede muchas veces que la fuente informada no está disponible y la fuente disponible no está informada.

En esta línea funcionan muy bien los gabinetes de prensa de algunas universidades e instituciones que han creado guías de expertos por materias a los que el periodista puede recurrir con más o menos facilidad. Los gabinetes de prensa, sin embargo, se convierten a veces en una trampa y un estorbo por su interés en controlar lo que de las instituciones que representan, o de quienes en ellas trabajan, se publica. En ocasiones, y sobre todo cuando las informaciones son transcendentes, lo mejor es encontrar profesionales independientes.

Credibilidad y divulgación

Ciencia y tecnología juegan papeles de importancia crítica en nuestra sociedad, del mismo modo que resulta evidente que la mayoría de la información científica llega al público en general a través de los medios. Así que colaborando con los medios los expertos están colaborando con la educación de la sociedad. Esta cooperación contribuirá además a asegurar que los periodistas reciban la información por vía directa. Cuando un periodista llama a un científico para obtener o contratar información, lo habitual es que tenga decidido ya publicar una noticia con o sin la colaboración del científico, con lo cual siempre tendrán la posibilidad de ser precisos si hablan que si se niegan a hacerlo.

El coronavirus ha hecho más visible que nunca la necesidad de esa colaboración de ida y vuelta. El principal valor añadido que ofrece la información científica a los medios de comunicación es el de la credibilidad en materias de enorme interés social. Esta credibilidad y este interés social aportan a los medios la fidelidad que demandan de sus lectores, porque valorarán adecuadamente que las noticias que les interesan sean tratadas con rigor.

Por su parte, de lo que el científico debe de percatarse es de la legitimación de los medios de comunicación como vehículo de transmisión del conocimiento, sin olvidar que el conocimiento que se adquiere a través de los medios de comunicación es de naturaleza muy distinta al que llega por vía académica.

Es cierto que los medios han cometido numerosos errores dignos de deslegitimación, sobre todo en los arranques de la incorporación de los asuntos científicos en las páginas de los periódicos. Pero la situación es irreversible. Cada vez más la divulgación científica va a tener como escenario los medios de información general y, en esta perspectiva, será bueno para todos tratar de definir y concretar los intereses de cada parte.

En este sentido no hay que olvidar la trascendencia que puede tener la publicación de una noticia. La buena práctica periodística exige comprobar los datos, contrastar las versiones e indagar sobre los intereses que se dirimen en las informaciones que transmitimos. Pero la buena práctica exige también interrogarse sobre los posibles efectos. Especial cuidado hay que tener, y lo estamos viendo ahora, con las noticias médicas. A veces se crean enormes expectativas que no se corresponden con la realidad o se crean situaciones de alarma innecesarias. Es la última enseñanza que nos ha dejado la pandemia ante la ingente cantidad de basura que ha corrido estos meses por las redes sociales.

Rafael Moyano. Director Académico de la Escuela de Unidad Editorial.