Balenciaga es el modisto español más conocido internacionalmente y uno de los genios de la historia de la moda del siglo XX. En el año 2011 se inauguró en Guetaria (País Vasco) el museo que lleva su nombre y que recoge gran cantidad de piezas icónicas de su extensa obra y exposiciones temporales sobre su vida, clientas famosas o piezas cedidas.
Para un estudiante de moda poder beber de la fuente del modista vasco es todo un privilegio. Los alumnos del Máster de Comunicación y Moda de Telva y Yo Dona visitamos esta localidad del norte de España para estudiar de cerca las piezas, el estilo vanguardista y las técnicas de Cristóbal.
Nos impactaron las líneas arquitectónicas del edificio y sus vistas al mar a través de sus grandes cristaleras. Un estilo futurista que hace contraste con las calles de adoquines del pueblecito de Guetaria. Una vez dentro, una gran pared de color rosa con las letras de Balenciaga y una pequeña cita fueron el fondo de muchas de nuestras fotos que quedan ya para el recuerdo.
Empezamos la visita con un documental sobre la vida del diseñador, y aunque muchos ya conocíamos su biografía, fue una magnífica forma de ampliar y dimensionar la envergadura de la trayectoria de este gran modisto español. Tuvimos la suerte de poder contemplar una exposición temporal de una de sus clientas americanas más famosas, la señora Bunny Mellon. La colección de vestidos y accesorios de esta amiga aristócrata de Balenciaga de los años 50 y 60 era extensa y completa. Abrigos, vestidos de noche, pañuelos, uniformes de jardín para manipular flores, todo ello acompañado de las facturas y los certificados de envíos.
El broche de oro fue la visita a la sala de Alta Costura repleta de vestidos de noche. Ordenados por tonalidades que pasaban del amarillo, al verde o al morado, una exposición para los amantes del arte de la confección y las obras más sofisticadas.
“Es el maestro de todos nosotros”, dijo de Balenciaga el propio Christian Dior; “arquitecto de la alta costura”, le calificó Hubert de Givenchy; otro referente en las pasarelas como Coco Chanel le definió como el “único auténtico couturier”, ya que a diferencia de sus contemporáneos “era capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin”.
En 1917, con solo 22 años, abrió su primer establecimiento en Donostia-San Sebastián, que tendría su continuidad en Madrid y Barcelona. La realeza y aristocracia españolas pronto recabarían noticias de su talento y adoptarían como propios sus diseños. La Guerra Civil Española le obligó a bajar la persiana de sus establecimientos y emigrar a París. En la capital francesa, más concretamente en la Avenida George V, inauguró su primer taller, que le serviría para abrirle las puertas de toda Europa. Corría el año 1937.
Su talento comenzaría desde entonces a recorrer el Viejo Continente y se haría más palpable a partir de 1945. Su innovador estilo cobraría vigencia en aquellos convulsos años europeos. Era su marca de identidad. Ello le llevó a comenzar a recibir llamadas y visitas de algunas de las más grandes figuras de la escena continental, como fueron los casos de Marlene Dietrich o Greta Garbo. Suyos fueron también los diseños de los vestidos de novia de la Reina Fabiola de Bélgica, entre otras ilustres representantes de la aristocracia, o las creaciones para las damas de las grandes fortunas norteamericanas.
Sin lugar a dudas, suya fue una de las mayores aportaciones a la historia de la moda: la introducción de una nueva silueta para la mujer. La ruptura con lo establecido hasta entonces cobró vida con diseños provistos de líneas fluidas y volúmenes sorprendentes. Fueron, en definitiva, líneas, modelos y diseños que marcaron una época, como la línea tonneau (1947), el look semi-entallado de 1951, las faldas balón de 1953, la túnica de 1955, el vestido saco de 1957 o el baby-doll de 1958. Fue la eclosión definitiva, la ascensión a los altares de la costura de un iconoclasta adelantado a su tiempo. Sus colegas, la industria de la moda y el público en general así lo evidenciaron con sus halagos. Incluso hoy en día, medio siglo después de aquella ruptura con el pasado, las pasarelas siguen mostrando sus propuestas.
Para finalizar la visita al Museo Balenciaga, pasamos la tarde por las calles de Guetaria y terminamos el día con un precioso arcoíris en la playa de esta localidad.
Álvaro González Morgado Alumnno del Máster TELVA Y YO DONA en Comunicación de Moda y Belleza