El panorama laboral está marcado actualmente por la convivencia entre varios perfiles generacionales. Evidentemente, esto siempre ha sido así, pero quizás ahora es más notorio debido a que las diferencias existentes entre las distintas generaciones son mayores; seguramente esta brecha sea consecuencia del avance tecnológico, la globalización y las crisis socioeconómicas vividas en estas últimas décadas, que han ido moldeando a cada uno de los perfiles. Conviven en el mismo ámbito profesional, pero con unas necesidades, expectativas y ambiciones muy dispares entre sí.
Antes de la revolución tecnológica, del gran paso de la internacionalización y la facilidad de comunicarnos y trasladarnos allá donde queramos, se creó la llamada “Generación Baby Boomers”, aquella formada por los individuos nacidos entre 1945 y 1964, quienes crecieron y se educaron en un entorno que nada tiene que ver con el actual. Nacidos tras la Segunda Guerra Mundial, y también llamados “hijos de la guerra”, este grupo se incorporó masivamente a la universidad. Desarrolló su carrera profesional bajo la premisa que siempre estarían en la misma organización, respetando las normas, siendo pacientes y entendiendo el orden jerárquico que se imponía en aquel entonces. Aunque también son competitivos, ambiciosos y rigurosamente profesionales, hasta el punto que para muchos de ellos no es una prioridad absoluta la conciliación de la vida laboral y la personal. Con respecto a la revolución tecnológica, esta generación es considerada como inmigrante ya que son los que tendrán que adaptarse y aprender las nuevas tecnologías sin precedente.
La siguiente es la llamada “Generación X”, o “generación puente” que comprende los nacidos entre 1965 y 1980. Una época especialmente importante, ya que en ella se vivió la incorporación más habitual de la mujer al mercado laboral. Este grupo creció en un ambiente donde ya tenían voz y opinión, aunque seguían las órdenes de sus progenitores, lo cual hizo que evolucionaran con el valor de respetar y acotar lo dispuesto por sus superiores en el trabajo. Época caracterizada por el auge del capitalismo y la llegada de la tecnología (lo que les impulsó a migrar al mundo digital), convierte a este grupo en ambicioso, con gran capacidad de trabajar en equipo, fomentar el diálogo y establecer relaciones laborales de confianza. Sin embargo, a diferencia de la generación anterior, comienzan a preocuparse en mayor medida por el equilibrio entre vida profesional y personal.
Tras estos dos grupos sociales aparece la “Generación Y”, los cada vez más famosos “Millennials”, nacidos entre 1981 y 1994, marcados por la era de Internet y la acelerada globalización. En ellos se imponen los valores de responsabilidad social y medioambiental, ya que su concienciación es cada vez mayor, debido seguramente al nuevo y fácil acceso a la información. Viven conectados en todos los aspectos de sus vidas: social, personal y profesional, aunque salvaguardan su privacidad en mayor nivel si los comparamos con la generación que les sigue. En las dos generaciones explicadas anteriormente las preferencias y valores en lo laboral no tenían tantas diferencias como las que se han producido con la llegada de los millennials. Éstos tienen una gran autoconfianza en ellos mismos ya que en su infancia fueron escuchados y sus méritos reconocidos, por lo que esperan esa actitud por parte de su superior en lo profesional. No les asusta cambiar.
Emprendedores, creativos, cambiantes y menos disciplinados, con el objetivo de emprender su carrera en aquello que les gusta y sin la preocupación de querer establecerse en una misma compañía, no le temen al cambio, al contrario, lo buscan constantemente; y entre sus principales prioridades se encuentra el tener tiempo de ocio y disfrute, fruto seguramente de ver a la generación anterior como “adictos al trabajo”.
Tras este análisis generacional, nos planteamos ¿cuál es el resultado de que todos estos grupos se encuentren actualmente trabajando bajo el mismo techo? ¿Cómo influye en las organizaciones la mezcla de culturas tan diferentes? A pesar del “poco tiempo” transcurrido, en estos años se ha producido un enorme cambio cultural entre generaciones, donde los valores y preferencias se han visto claramente modificados. No sólo el mundo está cambiando, las mentes cambian con él. Sin entrar en debates comparativos, lo que está claro es que las empresas deben ir alineadas con estas alteraciones y saber cómo comunicarse y dirigirse a cada una de las generaciones para velar por el bienestar del empleado, lo que significa su éxito empresarial.
Como decíamos al principio, las necesidades varían en función del grupo generacional al que pertenezcas, por lo que a nivel profesional, hay que ser consciente de esta situación para poder buscar el equilibrio y la equitatividad. Quizás no tengamos que generalizar todos los beneficios que ofrece la empresa de manera totalmente igualitaria, si no intentar dar a cada uno aquello que estima importante: si la generación X considera más importante el salario y la estabilidad mientras que la generación Y prefiere el tiempo libre y el aprendizaje constante, la organización deberá ir en búsqueda de dicho equilibrio que garantice el bienestar, y en consecuencia la productividad de sus integrantes.
Por su parte, los empleados tendrían como uno de sus objetivos principales el poder llegar al entendimiento y respeto para poder formar grupos de trabajo competentes y efectivos, donde no intervengan las opiniones entre unos y otros si no el aprendizaje que cada uno puede aportar, como, por ejemplo, experiencia y valores sólidos por parte de los más veteranos, o evolución, transformación y digitalización por parte de los más jóvenes.
Cómo pueden las empresas lidiar con esta dualidad en la actualidad, con generaciones separadas por una imparable revolución tecnológica y nuevas corrientes de pensamientos disruptivos: formando, conociendo a sus equipos y comunicando desde la empatía.
Marta Yáñez Lora