En política, la capacidad de llegar al público de forma eficaz y con la imagen adecuada es fundamental para los buenos resultados electorales. Esta combinación de factores es el marketing político, la disciplina que analiza y desarrolla técnicas de comunicación para conectar con los ciudadanos. Hay muchas vías para alcanzar este objetivo, condicionadas por la personalidad del personaje a desarrollar, porque el estilo del propio político, el público al que se dirige y el contexto son diferentes. El marketing político consiste en elaborar una estrategia efectiva para trasladar la imagen y las ideas hacia un target objetivo.
Conseguir este objetivo implica mucho trabajo de campo, dedicación y una estrategia bien definida que contemple todas las posibilidades, ya que la política, al igual que la sociedad, es un mundo cambiante, por lo que el escenario puede variar en cualquier momento. Definir el personaje es un buen punto de partida, valorando sus fortalezas y asumiendo sus debilidades. Conocer bien el producto es clave para mostrarlo a los ciudadanos en las mejores condiciones. Nadie es perfecto, ni siquiera nuestro candidato, y el público lo sabe. La primera premisa debe ser definir con detalle las cualidades y los defectos, para reforzar las primeras y minimizar los segundos, de cara a su imagen pública.
Conocer a la competencia es igual de importante, ya que ella marca el nivel que existe en el panorama político. Esto es un punto tedioso que requiere de tiempo, porque los rivales políticos corresponden a un amplio ratio de ideales y personalidades, y con todos hay que convivir. Conocer los puntos fuertes y débiles de la competencia es otro punto muy importante para poder definir una estrategia de marketing político.
Detectar problemas y encontrar las oportunidades
Predecir lo que puede ocurrir en el corto plazo es el gran reto que afrontan los asesores y gabinetes de comunicación de los actores políticos. Quien acierta en esta labor, tiene un buen tramo del recorrido completado. Esto implica conocer bien el comportamiento de la sociedad, que se puede conocer por medio de encuestas, así como teniendo en cuenta la fotografía actual con los datos estadísticos sobre aquellos indicadores que más preocupan a los ciudadanos. La actitud de la competencia ante las diferentes cuestiones también es importante, ya que puede marcar nuestro discurso.
Identificar los problemas que surgirán supone dar un paso clave, así como detectar las oportunidades y preparar la estrategia de acuerdo a ello.
Definir el objetivo
Una vez tenemos en cuenta las características del personaje así como las de su competencia, se analiza el contexto social y se adelantan posibles problemas y oportunidades; entonces hay que llevar a cabo la estrategia de marketing político. Esta empieza por definir el objetivo, que si bien en la mayoría de casos supone ganar unas elecciones, no siempre es así. Llegar a un público desconocido, mejorar la imagen o difundir una idea concreta también están entre los fines de la campaña.
La identificación de la audiencia a la que se dirige el objetivo final es fundamental y se completa con un trabajo de investigación que sirve de termómetro actual de la situación, donde entrevistas y sondeos pueden aportar una fotografía aproximada. Todos estos datos se organizan y estudian para establecer la mejor estrategia.
Los tiempos y la comunicación son dos factores determinantes en la búsqueda del objetivo. Se establece un calendario, en el que de forma progresiva se van enviando los mensajes. Por otro lado, hay qué saber qué, cómo, dónde y cuándo comunicar. Nuestra audiencia se mueve en diferentes espacios comunicativos y cada uno de ellos requiere de un lenguaje y formas concretas, así que hay que adaptar el mensaje.
Medios digitales
Tener las ideas y convicciones claras es la base de la comunicación política, sin dar margen a la duda entre el público. Esto se aplica en todos los entornos, también en el digital, una vía que ha ganado mucho protagonismo en los últimos años. Esta idea sigue la importancia de la diversificación de plataformas, ya que ahora no solo están los medios tradicionales. Internet ha entrado con fuerza, en especial redes sociales como Twitter y Facebook. Estos dan margen a la creatividad y aquí entra en juego la capacidad creativa de diseñadores y comunicadores. El público, además, es diferente; más joven, por lo que hay que adaptar el mensaje para hacerlo llegar en las mejores condiciones.
Formarse en comunicación y marketing político
La disciplina del marketing político se estudia en universidades y escuelas especializadas, de donde han salido los mejores profesionales del sector en España. La calidad de los centros educativos en nuestro país es muy alta y el mejor ejemplo lo encontramos en el Máster de Investigación Social y Política de Unidad Editorial, en el que convergen dos de las empresas más potentes de los sectores del estudio de mercado, la demoscopia, y el periodismo como son Sigma Dos y El Mundo.